lunes, 11 de junio de 2012

Cacerolada contra el rescate

Participaba en la Cacerolada convocada a través de Internet de forma urgente, en la plaza Mayor de C Real la tarde del domingo, contra la situación a las que nos han llevado nuestros políticos y financieros de dependencia de la CE, del FMI de tener que pedir 100 mil millones de €, para “rescatar a la banca”, cifra que nos hipotecará para un largo periodo de nuestras vidas y producirá más recortes en  nuestros derechos elementales y servicios básicos y en los de las próximas generaciones. Nos reunimos unas 50-60 personas para llevar a cabo la protesta por esta injusta situación a que nos vemos abocados; pero la suerte quiso que hubiera una procesión que pasaba por la misma plaza a una hora próxima. Claro está que la procesión tenía preferencia -no sabemos si tenia o no autorización para la celebración- pero nosotros, la concentración que protestaba por el embargo de la sociedad española, no la teníamos.                   

     Estando en nuestra batalla contra la injusticia, recibimos las agresiones verbales de algunas personas –principalmente ancianos- que pasaban por allí y no les gustaba lo que reivindicábamos, probablemente no se habían parado a leer lo que anunciaban los carteles que portaban algunos de los miembros para poder comprobar que defendíamos su situación y la nuestra. Y en breve llegó la policía, un despliegue policial nacional, local, secreta.... un primer policía se dirigió a mi para pedir la autorización previa, el responsable de la convocatoria y todos los demás trámites, a lo que yo respondí que no sabía pues era una convocatoria espontánea, convocada por Internet y "urgente" por el tema que nos ocupaba. Que además estábamos concentrados en una plaza pública, de forma pacifica, por lo que según la Constitución no es precisa autorización previa. Pero insistían que había una celebración religiosa y por eso no podíamos estar allí. Tal circunstancia les “obligó” a la identificación de los asistentes para "proceder a denuncias por ocupación de vía pública", o reunión ilegal, u otros motivos.
Entre los participantes, tras conversaciones con la policía, llegamos a un respetuoso acuerdo que fue guardar silencio mientras pasaba la procesión por el lugar, como así se hizo, vimos desfilar niñas y niños, sacerdotes y autoridades. Aún habiendo guardado silencio a su paso, algunos miembros de la concentración con la boca sellada. Aún así no fue suficiente para algunos asistentes al desfile procesional que alterados nos insultaban por que no respetábamos ese "día", que según el rancio refranero español dice que "reluce más que el sol", pero también según éste es un jueves y estábamos en domingo, se habían confundido entonces de día.

      Lo que más me preocupó de esta increpada tarde de protesta no fue que la policía me pidiera la identificación a mi y a cada persona que allí nos concentramos, ni que hubiera que compartir plaza con otros eventos, en este caso religioso, y hacerlo con el debido respeto. Sino la actitud que tomaron dos señores muy representativos de hermandades de C Real y asociaciones, entendiendo que además daña su imagen y la de a quienes representan, es la intransigencia y el poco respeto mostraron en ese momento dirigiéndose hacia mi para insultarme y llamarme “sinvergüenza”, “no representas a nadie”, “me estás dando el día” (le acababa de ver, afortunadamente), con una expresión de ira y odio en sus rostros, con que no encajaba con la moral cristiana de la que hacen alardes y por la que se encontraban en ese lugar que era para ver pasar el cuerpo de Cristo.
Quiero recalcar, por tanto, el mal gusto y poco respeto por parte de algunos seguidores de la procesión del Corpus Christi y el incumplimiento del respeto y la moral cristiana por los insultos y la violencia que mostraban hacia quienes protestábamos por un futuro más que incierto tanto suyo como nuestro. Una vez terminado el desfile con bastante poca afluencia, a decir verdad, la cacerolada- protesta continuó con la indignación de quienes vemos como día a día nos privan de nuestros más elementales derechos entre otros el de manifestación y  reivindicación. Y yo, con una buena sesión de insultos de estos fieles a los que espero que Dios les perdone, para tranquilidad de sus conciencias.
También quiero agradecer la barrera policial que nos protegía de los exaltados que nos habían increpado momentos antes y no cejaban. Por que entiendo, como las personas que allí estábamos para reivindicar derechos y justicia, que todos los eventos, actos, personas, creencias y posicionamientos tenemos cabida en las plazas y calles de nuestras ciudades, que la sociedad democrática debe guardarse respeto, cortesía, tolerancia y acatamiento a las diferencias.
 
Carmen Soanez Contreras